martes, 30 de marzo de 2010

"¡Decime qué es el más allá antes que me despierte!"

Hoy tuve El Sueño con mi padre. Esperaba tenerlo desde hace tiempo, desde que empezó a ser polvo cósmico más rotundamente. Pero no soñaba nada, salvo algunos sueños comunes, pero nada especial a mis ojos. Sabía que lo tendría así que sólo esperaba tenerlo. Y Ese Sueño vino hoy...



Habré estado en una habitación tal vez con algún familiar, conversando de cualquier cosa, hasta que apareció él. Todo el sueño era uno común, es decir, con ese nivel de consciencia que a uno le dice que eso no es un sueño sino la "realidad". La habitación era pequeña y formaba parte de una casa como cualquier otra; tenía una cama hacia donde yo miraba en cuclillas. Detrás mío había alguien, un conocido o un familiar, no lo tengo preciso, pero era alguien que yo registraba; además, junto a mí y en esa habitación, había una mesa alargada. Y cuando pongo "mesa alargada" ya me estoy acordando parte de qué era esa habitación en mi sueño. Pero seguiré con el relato.


Cuando apareció mi padre me dio miedo. Apareció de golpe, mirándome fijo, caminando sonriente. Estaba flaco, como en una foto suya en la que yo, cuando la vi, dije "se le ve muy bien", refiriéndome a su salud y a su aspecto. Ese miedo que sentí fue similar a cuando uno ve un fantasma (o a lo mencionado que pudiera pasar si uno ve uno, según la opinión pública). Digamos, quedé pálido. Pero fue por unos segundos solamente. El miedo se me fue yendo cuando se acercó y yo me fui hacia él y le dije "¡por fin te veo, Nico!, ¿dónde andabas?", aunque cuando ya no lo tuve más fue en el momento en que se sentó en esa cama y yo le tomé una mano. Su mano arrugada y rasposa ¡es la mano de mi padre! Es una mano de un "tipo laburante", como se diría en Argentina (un señor trabajador).

Me alegré mucho, me alegró verle bien, tranquilo. "Por fin está bien", comentaba para mis adentros. Pero, inmediatamente de todo aquello, le pregunté "¡decime qué es el más allá antes de que me despierte!". Mi viejo sonrió con sorpresa y no me contestó rapidamente: "¡Dale, decimeeeee, porque esto es un sueño, ¿no?!". Creo que me dijo que sí, que era un sueño. Me dijo, "no sé como explicarlo" ─en referencia a mi pregunta sobre «el más allá»─ y yo le dije, "dale, no debe ser tan complicado". Inmediatamente después le pregunté "¿y podés estar con todas las chicas que quieras ahí, se la pasa bien ahí?" y el me contestó ahora con una risa de oreja a oreja "sí, estoy bien, pero no es así como funciona". Mi viejo enseñando...

Le habré dicho que lo aprecio mucho, mi rostro ya se lo decía todo. Esos rostros del ser humano con otro en frente...en el encuentro entre esas cosas con horizonte. Algunas pelis lo retrataron y yo los había identificado. Ese rostro tenía yo viéndole, y sabía que ese rostro le decía sobre mi aprecio y cariño. Después, tal vez, me desperté o seguí soñando. Yo sabía que era un sueño pues estaba lúcido al tenerlo, justo cuando él apareció. Ya me pasó antes de ver en un sueño a una persona que falleció y volverse este lúcido tras la pregunta a mí mismo "¿qué hace mi tía en la cocina si...?"

Me quedé bien, en ese "sueño" algo lúcido, porque lo vi bien. No creo que ahora me esté por ayudar, digamos, desde la creencia del más allá y del polvo cósmico puesto en una esencia conectada a una voluntad más grande. Tiendo a pensar, con la adopción deliberada de aquella creencia, que la está pasando bien y que más adelante me dará una mano. Porque mi viejo fue el primer ser humano de mi vida que me enseño la palabra Libertad y eso es tan sublime que trascenderá la vida, la muerte y los planetas y las galaxias. «En el desierto sí que se encuentra una flor».

¡Te veo más tarde, viejo!

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